30.10.11

La narigona

Comparto una modesta epifanía. El otro día estaba en el hall de un edificio y observé que había una señora con una tremenda nariz detrás de un escritorio. Se lo iba a comunicar a mi acompañante ocasional, una periodista que recién conocía. Imaginé decirle algo así:
–¿Viste qué nariz tan importante tiene la recepcionista?
Pero nunca lo dije, porque advertí que mi acompañante poseía una nariz apenas inferior a la nariz que pensaba señalar. Busqué complicidad, aunque fuera telepática, con los desconocidos que me rodeaban, pero todos portaban narices poderosas. Intimidado, comprobé que la mía había encogido hasta casi desaparecer.
Durante el resto del día no tuve, prácticamente, nariz y sólo Dios sabe de qué modo logré seguir respirando.

1 comentario:

  1. http://sabrosovolatil.blogspot.com/2010/01/un-hombre-de-gran-nariz-de-francisco-de.html

    ResponderBorrar