28.2.11

Mandame algo que lo publico

Pueden ustedes llamarme Pararrayos. Extraños pedidos llegan de allende. Recibí un correo emitido por un joven periodista que me hizo una nota miserable en mi pueblo. Solo le faltó preguntarme que perfume usaba: de literatura, cero. Ahora el periodista me informa: que escribió unos cuentos. Si los puedo leer, pregunta. Enseguida, dobla la apuesta: quiere que los lea, sí, pero en realidad le interesaría que (yo) los publicara. ¿Tendré cara de sello editorial? ¿Será gastar pólvora en chimangos explicarle la diferencia entre escritor y editor?
Recuerdo ahora aquella poeta de no recuerdo cual ciudad cordobesa: vino con su delgado volumen (ya editado en la imprenta local) y colocándolo a la altura de mis ojos, me dijo, imperativa: -¡Vos vas a hacer que lo publiquen en Buenos Aires!
Casos así, ocurren, ocurren y no dejan de ocurrir.
Se me ocurre, entonces, la solución: un blog. Un blog cuyo título no deje lugar a dudas.

19.2.11

This too shall pass

Es el blog de no te hagás el vivo, no te duermas en los laureles y de tampoco te ahogues en un vaso de agua, porque esto también pasará.

[La frase la conozco porque un novio que tuve (de esos importantes) siempre me contaba la historia (de ¿Las mil y una noches?, ¿de los cuentos sufíes?) del pobre que nada tiene y un sabio le dice: "Esto también pasará"; el pobre se transforma en rico y poderoso, porque eso también pasó, y se le vuelve a aparecer el sabio y le dice "Esto también pasará". ¿Se entiende?


El concepto volvió, porque me crucé con esto hoy y merecía un poco de crossblogging.]