30.5.11

Un martini para el obispo

¿Por qué, señora, debería yo beber un té? ¿Acaso me vio cara de gastritis? ¿Supone usted que mi abdomen oculta un santuario? ¿Piensa que mi vida es miel sobre hojuelas? ¿Tengo cara de agua bendita? ¿Cree que mi Gracia me inmuniza contra mi humanidad? Quiero un martini, porque sí.
Porque así lo dijo John Cheever en un cuento que se llama "El brigadier y la viuda del golf". Y lo transcribo:
–¿Cómo le va, Su Gracia? –preguntó ella–. ¿Quiere pasar, Su Gracia? ¿Su Gracia desea una taza de té... o Su Gracia prefiere una copa?
–Quisiera un martini –dijo el obispo.

26.5.11

Escondiendo la tuca

Tengo la costumbre de sacar a pasear el perro a medianoche, cuando mis piernas agarrotadas necesitan la bípeda necesidad de erguirse y andar, que para eso estamos hechos: para caminar. Después de horas frente a la pantalla, caminar. Mi perro es negro, en las sombras se confunde con un rottweiler y aleja a posibles maleantes, voy tranquilo, escucho música en el mp3 del celu, me relajo. Pero hoy sentí un inconfundible aroma en la vereda y un chico de unos veinte años que, al notar mi cercanía, escondió el faso poniendo su mano detrás de la espalda, en un acto acaso reflejo. Buena ocasión para recordar que hay muchas cosas que quieren ocultarse, pero su feo olor las delata. ¡Sépanlo, entonces, escondedores! El olfato es un sentido al que no se puede engañar.

3.5.11

La maldita cadencia

La sintonía, la música, el modo en que nos mecemos en la balsa, en el vaivén de las olas. La sintonía, la música, el modo en que caminamos sobre el agua, en el vaivén de los sueños. La sintonía. El modo en que resuelvo mis problemas, en el vaivén de las horas. La música. El modo. Hay días afinados. Los minutos pasan y curan las desprolijidades del tiempo. Hoy soy joven, el día es viejo. El modo en que resolvemos la ansiedad. Ayer pasó algo hermoso y hoy ya es viejo. Ayer la sinfonía llegó al cenit y hoy estoy muy debajo de mí. Querría saber cómo estar siempre en ese lugar. Y sólo hay que empezar de nuevo. Desde cero. Cada día. La maldita cadencia.

(Para Nat y Lydia).

1.5.11

Don't mention the war!


El blog de las (reventadas) ardillitas. Ellas saben de qué pueden venir a escribir acá.

[La frase viene de la serie de John Cleese, Fawlty Towers, del episodio "The Germans", en el que llegan alemanes como huéspedes, so don't mention the war!  Por supuesto, él único que no lo logra es Basil Fawlty.]