La plataforma de expresión de los que tienen el síndrome del Minotauro. Por un lado, no saben salir. Por otro lado, se comen a los que entran. Como buen monstruo, el destino del Minotauro es una soledad de vueltas y revueltas, de patios semejantes a otro patio y a otro. Sal, si puedes, con un poco de meditación, o de Freud o Lacan, o al menos de Carl Sagan (que es bueno para matar al provinciano que tenemos dentro), o del mismo Darwin (por ese asunto de la evolución). Querido Minotauro, los laberintos solo existen en la cabeza. ¡Arriba!
De los laberintos se sale por arriba!
ResponderBorrarSi están en la cabeza entonces se entran y se salen por arriba.
ResponderBorrarMirá lo que es entenderse laberinticamente que hoy postee en mi blog salsipuedes sin haber leido este post antes!
Yo creo que todos somos un poco minotauro a veces.
se entran se salen se estrujan empujan...(estoy mucho con alemanes últimamente). un hilo de Ariadna por favor!
ResponderBorrar¿Dónde estará nuestro hilo, nuestra Ariadna? Si el laberinto es la cabeza, Ariadna es el corazón.
ResponderBorrarYo lo perdí este último mes y viene complicado el asunto. Es peor que cuando los duendes me escondieron las pantuflas!
ResponderBorrarY eso que lo de las pantuflas fue devastador.
ResponderBorrarTodavía no me recupero del todo!
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